Hace poco me encontré con una amiga que acababa de ser madre y estaba super agobiada. La vida de mi amiga había cambiado por completo y su cuerpo y su mente todavía no lo habían asimilado. Se exigía mucho y pretendía seguir haciendo todo lo que hacía hasta ahora (casa, vida social, trabajo, pareja...) y encima hacerlo igual de bien.
Creo que a mi amiga, como a muchas de nosotras nos pasó, la maternidad le sobrepasó un poco. Por eso quiero darle ánimos, y decirle que todo pasa, que un buen día (antes de lo que ella cree) nos levantamos, comprobamos que podemos con todo y empezamos a disfrutar de nuestro nuevo papel :)
A mi también me pasó, sobre todo con la primera. Los dos primeros meses fueron un poco agobiantes, sin dormir, con las hormonas revolucionadas, baja de moral y super irascible. Además, apenas tienes tiempo para tí y todas tus energías se concentran en cuidar de una nueva personita que te necesita para todo. No sé si esto le pasa a muchas o a pocas mujeres, pero a mi me pasó, y no me avergüenza decirlo, no me creo peor madre por ello. Estás llena de dudas y nuevas preocupaciones. Hay veces que te desborda, crees que sólo te pasa a tí. Además, pretendes seguir teniéndolo todo bajo control y ves que no puedes, que no depende de tí.
Por eso quiero decirle a mi amiga y a las que están en su situación, que no se preocupen, que todo pasa y que pronto recuperarán su vida, una nueva vida, diferente y más plena, llena de nuevas experiencias y retos que merecen la pena. Sólo hay que ver, que muchas repetimos, e incluso las hay que se atreven con más... ;)
Y para que veais que no es algo tan raro, os dejo el enlace de este
artículo en El Pais, que a mi resultó de lo más alentador.
Y perdonad que os haya echado este rollo en un blog que se supone va de decoración, pero lo necesitaba. A mi me hubiera venido bien.